El concepto de "bioarte" se asocia comúnmente con trabajos de manipulación de código genético creados a fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, como el conejito fluorescente de Eduardo Kac o la oreja de Stelarc implantada en su brazo. En contraste, los curadores de "Simbiontes: Artistas Contemporáneos y la Biosfera" han curado una exhibición que presenta a 14 bioartistas modernos que exploran más allá de la manipulación de códigos y se esfuerzan por establecer relaciones mutuas y respetuosas con agentes no humanos.
Las obras de arte expuestas en las tres galerías del List Visual Arts Center del MIT representan varias formas de simbiosis, como el mutualismo, el comensalismo y el parasitismo. "Plantas autofotosintéticas" de Gilberto Esparza encarna una interacción mutuamente beneficiosa entre humanos y organismos no humanos. Esta instalación comprende torres de celdas de combustible microbiano que contienen una mezcla de agua de estanque y aguas residuales, y un acuario suspendido. La bacteria Geobacter presente en el agua del estanque purifica las aguas residuales extrayendo electrones de las partículas de desecho, lo que también produce chispas de luz. La planta tentacular del acuario utiliza esta luz para la fotosíntesis.
Continuando, "Memory (Study #2)" de Candice Lin es una masa blanca de hongos melena de león que crecen en un recipiente de cerámica roja. El artista reutiliza los desechos humanos, específicamente la orina, para facilitar el crecimiento de las plantas, sin ninguna barrera protectora. Entonces, a lo largo de la exhibición, los miembros del personal recolectan su orina y rocían el hongo con las muestras destiladas. Se sabe que este hongo mejora la memoria cuando se consume. El uso de la orina comunitaria es una referencia a los trabajos anteriores del artista que utilizan este fluido corporal como metáfora del malestar y el potencial colectivo.
Las esculturas de Nour Mobarak presentan pelotas de playa de vinilo transformadas en incubadoras de hongos de cola de pavo, que encarnan una interpretación pintoresca pero limitada del comensalismo. Sin embargo, el tema de la exposición plantea una pregunta que invita a la reflexión: ¿la simbiosis solo es posible entre seres vivos? ¿Los objetos reutilizados también podrían beneficiar a los organismos y contribuir a su bienestar? Kiyan Williams presenta un concepto más desarrollado con Ruins of Empire II, donde desafían la explotación parasitaria de la mano de obra negra en Estados Unidos. Usando micelio blanco, Williams recrea la cara de la Estatua de la Libertad que corona la Cúpula del Capitolio en Washington, DC Se sabe que el Capitolio fue construido principalmente por personas esclavizadas, y un hombre esclavizado desempeñó un papel crucial en el diseño de la estatua.
Varias piezas de la exhibición exploran los límites de las relaciones simbióticas, ya sea expandiéndolas o interrumpiéndolas. She Has No Mouth de Pamela Rosenkranz presenta un montículo circular visualmente impactante de arena rosa, que alude a la arena para gatos, un transmisor común de la infección parasitaria toxoplasmosis. En las ratas, este parásito desencadena la excitación sexual en respuesta al olor de los gatos, lo que lleva a su propia muerte y facilita la reproducción del parásito. Al extender este fenómeno entre especies a los humanos, la exhibición requiere que el personal de la galería mantenga el aroma de Calvin Klein Obsession for Men (que incluye una versión sintética de una feromona de mamífero parecida a un gato) alrededor de la obra de arte, creando una atmósfera de feromonas y deseo confuso.
La exposición "Simbiontes" no se centra únicamente en los aspectos técnicos del bioarte, sino que también explora las implicaciones de estas obras en el trabajo y la eficacia. A través de interacciones simples pero significativas entre las obras de arte y el personal del museo, se crea un teatro de mantenimiento que enfatiza nuestro papel dentro del sistema. Este trabajo puede parecer insignificante en comparación con los avances científicos necesarios para las mejoras ambientales o agrícolas, pero sirve para recordarnos nuestro lugar dentro del sistema y potencialmente despertarnos a las tareas que tenemos por delante. Por lo tanto, el arte presentado en "Symbionts", sin importar cuán modesto o absurdo, puede servir como catalizador para el cambio, interrumpiendo nuestra complacencia e incitando a la acción.
En última instancia, en esta exposición expansiva, algunas obras de arte iluminan la naturaleza compleja de la coexistencia, mientras que otras se enfrentan a las altas apuestas del progreso biomédico.